
Sin embargo, tardaría muy poco en surgir la religión como cumbre de la idiotez. No solo coartando la elección y el criterio propio de muchos individuos, sino legitimando atrocidades que solo unos insensatos podrían aprobar. Lo cual me trae para dar con una explicación breve, como coyuntura del tiempo, las dos características del hombre, en copiosa y contraproducente estadio. Como Vegeta y Son Goku en sus inicios como colegas del mundo.
He aquí las dos:
He aquí las dos:
La creatividad: Somos seres aptos para originar ficción, en sobremanera. También mentiras, claro esta. No obstante, ya decía Rousseau que todo arte no es mentira, es ficción (no tenía que pensar tanto...es algo de perogrullo). Por ende, es bueno hallar una bifurcación entre ambos términos. La religión es el método mas viable que tenemos para falsear la realidad y acometer el aburrimiento de nuestro interior, tanto mas cuanto que de ello son prueba la ingente cantidad de dioses/as que como si de un catalogo de restaurante se tratara van desfilando por doquier se mire al globo, embozando su egoísmo y su miserable resolución de doblegar y aherrojar a todo individuo libre en una serie de leyes inquebrantables o en frases que logran gran divulgación por su sencillez, estupidez y melifluo cariz. La mediatriz de nuestra primera gran cualidad es la siguiente, que mas que característica debe ser un defecto que refulge inopinadamente en el mayor porcentaje del mundo, pero siempre emerge:

La anterior descripción es dada a partir de una seria reflexión; podemos basar nuestras vidas en una ficción pero siempre y cuando esto no nos dañe o sea pernicioso para los demás. La religión es la única ficción uniforme, junto a los aspectos mas inmiscuidos en la vileza de una ideología política que puede alcanzar niveles hirientes para nuestra inteligencia y su buen uso.
Seamos objetivos al analizar una organización. No temamos confundirnos, un error reconocido siempre conlleva a una rectificación y de aquí partimos con celeridad a la sinceridad intelectual que todos buscamos. Al menos, procuramos reparar lo que nos circunda cimentando esa reparación en una observación (o experimentación) de la realidad, y no sometiéndonos a una ficción.
Seamos objetivos al analizar una organización. No temamos confundirnos, un error reconocido siempre conlleva a una rectificación y de aquí partimos con celeridad a la sinceridad intelectual que todos buscamos. Al menos, procuramos reparar lo que nos circunda cimentando esa reparación en una observación (o experimentación) de la realidad, y no sometiéndonos a una ficción.
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